En un escenario en que el papa Francisco está siendo duramente criticado en la Argentina y la región debido a su neutralidad respecto a lo que sucede en Venezuela, el pontífice realizó una visita histórica a Emiratos Árabes Unidos que pretende marcar un quiebre en las relaciones entre oriente y occidente.
1) La apertura de los Emiratos para permitir celebrar una misa multitudinaria para los extranjeros que residen allí, principalmente indios y filipinos, marca la diferencia con sus pares árabes, acercándolo más a Occidente. En contraste, -en la cuna del sunismo-, en la vecina Arabia Saudita no existe ninguna iglesia y practicar el cristianismo es duramente castigado por la Mutawa (policía religiosa).
2) Impensado: La homilía traducida al árabe durante la misa que Francisco dio en un estadio para 135 mil creyentes.
3) La presencia de judíos, católicos ortodoxos y musulmanes durante la llegada del papa, mezclados entre sí, buscaba espectacularizar aún más la inusual visita de Francisco en su transmisión televisiva: un claro mensaje de apertura al mundo por parte de los Emiratos, que desde el 2016 se esfuerza en demostrar la tolerancia con el resto del mundo.
4) El beso en la mejilla con el imán sunita de Al-Azhar, el jeque Ahmed El-Tayeb luego de firmado el acuerdo para luchar contra el terrorismo religioso es todo un símbolo de fraternidad, al que no hace falta agregarle palabras.
5) El discurso de Francisco, quien pidió libertad religiosa en la región y también que los inmigrantes no sean excluídos -en un Emirato en el que está muy marcada la diferencia entre ciudadanos de primera y los extranjeros, quienes ni siquiera son considerados ciudadanos- puede interpretarse como un intento de fidelizar los cristianos olvidados de esa región de oriente.
